La sociedad del bienestar fue engullida por la especulativa dirigida por los poderes económicos. Mientras las derechas jaleaban los recortes unidireccionales, las izquierdas apenas balbucearon respuestas ininteligibles en su viaje al limbo. Así llegó la sociedad del escepticismo.
Valle-Inclán, por boca de Max Estrella, dice en Luces de Bohemia que “los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento […] Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas”.
Pero ya no se necesitan espejos cóncavos que deformen la realidad, las imágenes de los “héroes” (¿?) actuales reflejadas en espejos planos nos dan el esperpento moderno. La realidad está deformada en origen. De la sociedad del escepticismo hemos pasado a la del esperpento.
Explicadme si no. Rajoy, tras el enorme esfuerzo veraniego de sus marchas en modo atáxico por los caminos gallegos, retornó a la evanescencia. Recostado en decúbito inmoral sobre su cinismo, observó el desfile de corruptos que le crecieron alrededor sin inmutarse, incluido el suicidio reiterado de los discos duros de los ordenadores donde se atrincheraban las cuentas B del PP. Él, que junto a Sara Montiel es el español que mejor sabe esperar, aguardó a que socialistas disfrazados de “Besteiros” y “Casados”, ayudados esta vez por medios de comunicación genuflexos y los hados del IBEX 35, elevaran a Pedro Sánchez a la condición de Negrín. Susana Díaz, atacada de ignorancia terapéutica, aprendió corte y confección para coser el incendio que sus huestes provocaron.
Los ciudadanos de aquí, con democrática tozudez, eligen para su gobierno a los corruptos; los ex-socialistas abducidos por la ética neoliberal, inmersos en la desorientación espacial, han sido atacados por una epidemia de tortícolis de tanto verse obligados a mirar para otro lado. La izquierda nueva, vestida de Peter Pan, prefiere seguir en las nubes, donde se mueve mejor que a ras de suelo.
El otoño, que comenzó demasiado caliente, ha acabado por dejarnos helados. En EEUU gana las elecciones un fascista, misógino y machista, xenófobo, corrupto y cavernario. Y esto es solo el principio. O las izquierdas se entienden (refundando un PSOE que abandone el neoliberalismo y un Unidos Podemos que baje del edén teórico a la realidad, para después mirarse sin cainismo) o la sociedad buscará la solución a sus problemas en la ultraderecha. Veremos qué pasa en Francia.
El grupo Golpes Bajos nos amenazó hace años con malos tiempos para la lírica. Nació un monstruo, Trump, y al día siguiente tuvo que morir un poeta de la música, Leonard Cohen. Esa muerte es toda una metáfora, o un destino si no lo impedimos. Le pido a nuestra amiga Andrea Uña que me haga un hueco en El rincón de la Poesía. Siempre nos quedará ese refugio.
Interesante visión.
Me gustaMe gusta
Espectacular artículo, mi enhorabuena!
Me gustaMe gusta