Sumemos, por José Félix Sánchez-Satrústegui

Sumar es una operación aritmética sencilla; quizá, la más simple. «Eso será en las matemáticas», responde Yolanda Díaz desde la enrevesada álgebra política. Ahí, en ese mundo, sumar se transforma en dividir; pero no entre dos números cualesquiera, no. El resultado de la división entre un elevado número de egos —que por muy alto que sea tiene un límite y el sinfín de posibles desacuerdos en la izquierda es siempre cero. Cualquier número dividido entre infinito es igual a cero, si no recuerdo mal.

Los devaneos de la izquierda más allá del PSOE en lugar de sumar, restan y dividen, lo que no augura otra cosa que el triunfo de la derecha – extrema derecha. Para diciembre queda poco; en cambio, mayo ya está aquí.

Entre lo etéreo de lo celestial, cuando Pablo Iglesias proponía tomar el cielo por asalto lo que venía precedido del error histórico de las dos orillas excluyentes que ya definía como dogma Julio Anguita—, y los intereses ultracapitalistas de banqueros y demás superempresarios, que clavan en demasiadas ocasiones al suelo de su realidad al socialismo oficialista, hay un espacio importante para hacer las cosas bien. La izquierda solo triunfa si es capaz de hacer convivir a la más idealista —demasiado purista a veces— con la más realista —demasiado oportunista a veces. Estoy de acuerdo en este asunto con Monedero cuando escribe en Público que es difícil mantener la unidad socialcomunista cuando la voluntad del poder es romperla y sabiendo que el ADN de la izquierda es centrífugo. A esta, le da pereza alcanzar el poder y siempre encuentra excusas para rehuirlo, apostilla Millás en la columna de El País.

El Gobierno de coalición de izquierdas ha demostrado que es posible tal convivencia a pesar de las dificultades la ley del solo sí es sí ha quedado en un no sé qué, la de vivienda ha vivido un largo sinvivir y la reforma de la ley mordaza permanece amordazada, por poner solo tres ejemplos conflictivos. Puede y debe seguir cohabitando para mejorar los derechos humanos y continuar la lucha interminable contra la desigualdad, todo ello sin renunciar a la sostenibilidad del planeta. No hablo de imposibles. La utopía imagina una sociedad futura favorecedora del bien común, proyecta un sistema ideal de muy difícil realización, según el Diccionario de la lengua española. Pero no es imposible, aunque sí tiene un camino difícil.

«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar», dijo Eduardo Galeano.

Hay más noticias, por supuesto. El rey emérito viene de nuevo a España a regatear de diversas maneras intransitivas excepto cuando lo hace de forma transitiva, y transitoria, por suerte, utilizando al pueblo español como complemento directo, al que escamotea explicaciones, como objeto perjudicado final de sus ‘descuidos’ fiscales y demás fechorías borbónicas. A lo que parece, no acudirá a la Zarzuela; es de suponer que tampoco lo hará a El Pardo, ese coto privado de la Casa Real que supone la cuarta parte de Madrid, como recuerda Isaac Rosa en elDiario.es.

El pasado 14 de abril, día de la República, se realizaron diversas celebraciones. También las hubo en Estella-Lizarra donde, además, el Ayuntamiento organizó el domingo día 16 un recorrido, guiado por Juan Andrés Pastor, para conocer cómo era la ciudad en ese tiempo. «Harán leyes que prohibirán que el aire acune las banderas y seguirán soplando las memorias en la cara de abril. Prohibirán abril y será primavera al mismo tiempo… A ver quién puede prohibir que ondee tu mirada en los balcones».

Es muy esclarecedor, en mi opinión, el artículo Tres grandes mentiras sobre la Segunda República del historiador Julián Casanova en infoLibre. En él desmonta las falsedades que pretenden inventar el pasado: que su llegada fue ilegítima, que la izquierda la dominó generando inestabilidad y conflictos y, finalmente, que la guerra civil comenzó en octubre de 1934.

El machismo se perpetúa. Si gestación subrogada es un eufemismo de vientre de alquiler, esta expresión es una sinécdoque que toma la parte por el todo. También quiere disfrazar la realidad, porque lo que se alquila es a la mujer entera. En España es ilegal, además de una forma de explotación de la mujer, del cuerpo de otra mujer por el que se puede pagar —quien pueda hacerlo—. El programa Hoy por hoy de la SER trató el asunto con la firma de Àngels Barceló y el coloquio posterior. Dice el Comité de Bioética de España que el deseo de tener un hijo, por muy noble que sea, no puede realizarse a costa de los derechos de otra persona. El PP pretende reabrir el debate sobre la cuestión siempre que no haya prestación económica por medio. Ignoro si la ocurrencia irá acompañada del apoyo a una nueva ONG, Arrendamiento de úteros sin fronteras, por ejemplo.

Estella-Lizarra está en el candelero. En algún medio se ha publicado que continúa entre los diez pueblos de España que visitar en primavera. Desde el Consorcio Turístico de Tierra Estella-Lizarraldea hacen una valoración de récord en Semana Santa. Con respecto a la del año anterior ha habido un incremento de visitantes cercano al 21%. La Semana Santa es una contradicción que opone la celebración pagana de la llegada de la primavera, tan vital, y un montón de excesos pasionales, penitentes y crucíferos que desaparecen tras la resurrección de la normalidad.

Sin embargo, desde la Rúa, a oscuras, Juan Andrés Pastor, informa que la gran cantidad de turistas y peregrinos que han visitado nuestra bella ciudad se han encontrado con la lamentable e incomprensible falta absoluta de iluminación de sus maravillosos monumentos.  Todos ellos han permanecido a oscuras. Sin necesidad de derrochar, da la impresión de que a quien haya tomado tal decisión le han faltado luces.

Mientras Feijóo parece no saber qué hacer para protagonizar el papel de jefe de la oposición que le corresponde, con permiso de Ayuso, sí sabe cómo: metiéndose cada vez en un jardín distinto. MAR, ese siniestro personaje que asesora a Barbie Madriles, espera, con el hacha a punto, a que el hombre que susurraba a los camellos, con su acostumbrada seica galega —duda acerca de lo que se dice, pero con probabilidad de que sea cierto— y falar suaviño pierda las elecciones para enviarlo con Casado, previo «aplauñalamiento», ese genial palabro inventado por Toni Martínez.

PSOE, UP y el proyecto de Sumar se necesitan, los necesitamos. Es normal que en estos momentos electorales pretendan marcar diferencias, aunque no es necesario llegar a las patadas. Las diferencias programáticas en la izquierda allende el PSOE son insuficientes como para no Sumar en las elecciones generales. Mientras tanto, deberían empeñarse en no restar ni dividir en las de mayo.

José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

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