El por siempre líder comunista y de Izquierda Unida, don Julio Anguita, lleno de indignación y rabia pronunció unas palabras, como siempre sabias, que han quedado para la historia y el sentido común de las personas que queremos vivir en paz: «Malditas sean las guerras y quienes las promueven»
Su hijo mayor, de 32 años, Julio Anguita Parrado fue asesinado cuando cubría en primera línea la guerra de Irak. Un misil lanzado desde las líneas Iraquíes le alcanzó y lo mató, pero daba igual, el fuego era cruzado y cualquier bala, misil o bomba puede alcanzar a los y las que se juegan la vida por informar de los desastres de las guerras.
El 24 de febrero hará un año que comenzó la guerra en Ucrania por la invasión de Rusia a ese país. No quiero entrar en las razones, en la ideología fascista de Putin y de Zelenski ,para mí a los dos les mueve lo mismo, el poder y el dinero. Solo hay que mirar los antecedentes de Putin en Rusia y Zelenski en Ucrania. Dos asesinos con los disidentes, con la gente que opina contrario a ellos. Si a eso sumamos la gestión de la OTAN en Europa que está sometida a los intereses de los EEUU tenemos los ingredientes perfectos para que se desarrolle un conflicto que termine en guerra.
¿Qué harían los yanquis si Canadá o México dan permiso a China o a Rusia para que pongan una base militar? Pues eso.
Pero en este caso. como en todas las guerras, a mí personalmente lo que más me duele son las muertes civiles. El pueblo que sufre sin comerlo ni beberlo, el que se va a quedar sin comida ni bebida ni luz ni calefacción por culpa de los intereses de unos ricos que nunca van a correr peligro y por unos militares que con la excusa de cumplir órdenes de esos ricos asesinan, torturan y violan a personas inocentes que estaban en sus casas tranquilamente intentando, con mejor o peor suerte, vivir su vida y ser felices.
Porque las guerras no se hacen en lugares apartados de las ciudades, no. Los militares cada vez son más cobardes y atacan objetivos civiles y asesinan a niños y ancianos, a personas que no quieren saber nada de la guerra, que viven atemorizados mientras los dirigentes de sus gobiernos se frotan las manos porque saben que cuando termine la guerra, ganen o pierdan, van a ser recompensados por los que mandan en el mundo, los que tienen el dinero, que son los que hacen las guerras.
Y mientras los y las supervivientes lloraran a sus muertos y las mujeres violadas serán miradas con desprecio y los niños y niñas que salieron de su país huyendo de la guerra y fueron captados por mafias para tráfico de órganos o trata de blancas nunca más encontrarán la inocencia perdida y los y las niñas que vuelvan a su país junto a los y las que se quedaron, acudirán a funciones de circo en la que aparecerán payasos de sonrisa triste, trapecistas sin piernas y malabaristas sin brazos, mientras en las televisiones echarán homenajes a soldados valientes que se refugiaron entre la población civil cuando eran atacados o que son condecorados porque asesinaron con sus bombas a otros niños y niñas pero que eran de otro país.
Y siempre lo mismo, y una guerra y otra y otra y otra más…y los medios de comunicación nos guía hacia la guerra que nos debe de preocupar, hacia los refugiados y refugiadas que debemos de acoger, hacia quien debemos de odiar, hacia quien es el piloto bueno que ha dejado sin piernas a ese niño Sirio que juega con dos muletas y un balón de trapo entre las ruinas de su casa, pero los medios nos dicen que ese piloto americano, o inglés o francés no le quedó más remedio porque en ese edificio se escondía un terrorista yihadista. Mala suerte que vivían doscientas personas que nada tenía que ver con el conflicto, pero son daños colaterales oiga.
Y así nos tragamos todo. Y creemos que los militares defienden al pueblo, al llano, al que se levanta a trabajar, al que estudia, al que vive en chabolas o al que se ha jubilado después de una vida de trabajo.
NO, AL MILITAR SE LE ENTRENA PARA MATAR Y ESTÁ AL SERVICIO DEL QUE MANDA Y MANDA EL PODER DEL DINERO y si le mandan bombardear un edificio donde viven civiles lo hace, si tienen que entrar en un colegio disparando a todo lo que esté dentro porque les han dicho que hay «enemigos» dentro lo hacen.
Así, que por favor, a mí no me defiendan de nadie. Si los poderos sostiene sus cuitas que se las arreglen entre ellos, que se maten los generales a duelo, que las guerras las hagan en descampados o grandes desiertos si quieren reñir entre ellos que lo hagan, pero que dejen a
la población civil en paz, que nosotros y nosotras no tenemos nada que ganar y mucho que perder, que a mí ningún iraquí me hizo nada, ni ninguna rusa me lo ha hecho, ni sirio ni de Yémen, ni de Ucrania…
MALDITAS SEAN LAS GUERRAS Y QUIENES LAS PROMUEVEN
ME MIRAS Y TODO SE DETIENE
Me gusta cómo me miras.
Lo haces de frente, dejando que tu alma se asome por los ojos,
como el patio del cole cuando juegan los niños.
Yo me quedo perplejo,
no puedo acostumbrarme a que tanta verdad pasee de la mano del cariño.
He comprobado que, a menudo, cuando hablas yo me tapo la boca con la mano,
igual que esos futbolistas que no quieren que les lean los labios.
Yo lo hago para guardarme el aire,
por si acaso necesito más tarde una respiración de urgencia, salvadora.
Puedo quedarme horas escuchando
lo que cuenta tu ausencia.
A veces se me olvida que no estamos solos
y me levanto para darte dos besos,
de esos que se oyen antes de producirse porque ese sonido viaja mucho más rápido
que la luz y el sueño,
que al final es lo mismo.
Aunque esa es otra historia de la que ya hablaremos tú y yo de madrugada.
También sé que ya te conocía antes de verte,
y que también pensé que, además de quererte, resultaría muy fácil,
memorable y hermoso,
cegarme si me asomo al ánima
con que miras la vida.
Por eso llevo gafas.
Poema de Juan Andrés Pastor Almendros del libro LA SOLEDAD DE LA ALEGRÍA
Félix Goikotxeta Vega