En Navarra durante el año 2019 se registraron un total de 1.335 denuncias por violencia de género, en 2020 se registraron 1.549 y en 2021 se recopilaron 1.639 denuncias. Siguiendo la misma tendencia ascendente, este año desde enero hasta septiembre se han registrado 1.424 denuncias por violencia de género, 211 más que el año anterior durante las mismas fechas.
Para analizar la situación de Tierra Estella, en mayo realizamos un cuestionario y una de las preguntas era sobre los tipos de violencia que había sufrido cada una de las participantes y estas fueron algunas de las respuestas a esta pregunta: violación, maltrato psicológico, abuso infantil, amenazas, chantaje emocional, violencia física, abuso de poder por parte del jefe, tocamientos… Y la lista sigue con una larga enumeración de tipos de violencias machistas.
Viendo los datos anteriores es inevitable preguntarse: ¿Cómo puede ser que en el momento en el que el discurso feminista está más extendido sea cuando más violencia de género se registra? ¿Qué relación tiene la violencia machista con empresas como Amazon que ponen su logo morado el 8M? ¿Aplaudimos la presencia de la policía y los políticos en las movilizaciones, cuando luego abusan de su poder para ejercer violencia y librarse de las condenas, como por ejemplo en el caso Carioca que ponían en marcha prostíbulos, los encubrían y eran clientes de éstos o como en Estepona que dos policías violaron a una joven este verano y se libraron de prisión?
Muchas personas optimistas estarán seguras de que la gente ahora se anima más a denunciar. Y aunque, se denuncia más que en décadas anteriores, hay que resaltar que los tipos de violencia machista que se denuncian no son más que los que aparecen en la punta del iceberg (agresiones sexuales, maltrato, asesinato, etc.), y que hay violencias machistas que están tan normalizadas que no se denuncian o incluso hay veces que no se perciben. Tampoco podemos dejar de lado la dureza del proceso, que lleva a muchas mujeres a preferir no hacerlo. Hay quienes no disponen de las capacidades o recursos económicos para hacerlo. Hay quienes prefieren no sobrellevar la carga emocional de dicho proceso, ya sea por el vínculo que les une con el agresor o por las consecuencias sociales que puede suponer. Puesto que no podemos olvidar, que no son pocas las veces en las que se pone en cuestión a una mujer cuando por fin decide contar que ha sufrido violencia machista. Junto con esto, cabe mencionar que en otra de las preguntas realizada únicamente el 20% de las encuestadas cree que las propuestas, institucionales, que hay sobre la mesa hoy en día para dar solución a la violencia machista son acertadas.
Entonces, ¿cuál es la solución? No podemos olvidar que la violencia machista es una violencia sistemática para mantener el poder capitalista y que justo por eso es inherente del propio sistema. A costa de la opresión de las mujeres trabajadoras la burguesía aumenta su capacidad económica, dado que al ser la mujer un sujeto devaluado socialmente también lo es económicamente. Es importante tener esta relación en mente, ya que, el hecho de que las mujeres cobremos menos o tengamos más contratos parciales e indefinidos se debe a que todavía recaen sobre nosotras los trabajos de cuidados familiares y domésticos, y esto supone una clara dificultad a la hora de la conciliación laboral-familiar. No obstante, no podría sostenerse sin una cultura que lo normalizara, ésta es la cultura machista, que se encarga de homogeneizar los roles de género existentes en nuestra sociedad y nos lleva a las mujeres a sufrir violencia machista en nuestro día a día de formas muy diversas y variables, que se adaptan a los cambios sociales y el modo de vida actual. Para ello, se sirve de diferentes aparatos y mecanismos: redes sociales, medios de comunicación, mercado sexual…
Este último, el mercado sexual tiene una responsabilidad directa en la normalización de la violencia machista, y sus principales responsables son el capital y sus aparatos del Estado. En ellas podríamos incluir la propia sexualización de la mujer, la mercantilización de los cuerpos y en concreto la mercantilización del sexo de las mujeres, que provoca consecuencias brutales en la violencia hacia éstas. La mercantilización del sexo convierte a personas en objetos, en objetos vulnerables que se pueden comprar y vender. Por lo que, podemos decir que a cambio de dinero se esconden todas las agresiones y legitima la violencia.
Para nosotras está claro: acabar con la violencia machista en la sociedad capitalista es imposible. Exigir al Estado y a las instituciones que pongan mecanismos políticos para frenar la violencia machista tiene limitaciones estructurales, porque son los responsables directos de perpetuarla. Los Estados pueden ocultar la violencia, pero no pueden erradicarla en el seno de la relación capitalista, ya que, éstos se organizan dentro de las dinámicas capitalistas y por ello no pueden desprenderse de ellas. Como la cuestión no se limita al interés o voluntad política de quien está en el gobierno; debemos centrarnos en la lógica económica que domina el Estado.
Ante esta situación es necesaria una propuesta política completa y eficaz, que pueda aportar en el proceso de emancipación de las mujeres trabajadoras. Desde ITAIA, Organización Socialista de Mujeres, presentamos el siguiente programa político que define la caracterización de una sociedad, en la que todas las personas tengamos las mismas condiciones de vida:
1. Condiciones de vida y trabajo: conseguir las mismas condiciones laborales para todas las personas, terminar con la devaluación de la fuerza de trabajo de las mujeres trabajadoras (fin del abuso laboral, igualdad salarial para todas las personas y en ese sentido aumento de los salarios, etc.). Además de la dignificación de todos los trabajos, fin de la jerarquización del trabajo en base a la cualificación y el reconocimiento social.
2. Trabajo doméstico y de cuidados: socialización universal de esos trabajos mediante la organización socialista del trabajo, que garantice el cuidado de todas y los servicios domésticos de manera gratuita y de calidad.
3. Violencia machista: abolición de la violencia machista, fin de todas las formas de machismo que vivimos las mujeres trabajadoras mediante la autodefensa socialista (problematización de la fiesta capitalista, combatir a los agresores, etc.)
4.Sexualización: fin de la sexualización que nos convierte en objetos de consumo, fin de la industria cultural y sexual que nos deshumaniza a las mujeres. Fin de la prostitución y de las condiciones económicas y sociales que nos llevan a prostituirnos a las mujeres trabajadoras y la supresión de ese proceso de trabajo basado en la opresión.
5. Derecho a la salud sexual y la reproducción: garantizar las condiciones materiales y sociales para decidir tener hij@s o no tenerlos; condiciones económicas para decidir ser madre, garantía de los servicios de cuidados de calidad y gratuitos (aumento de la duración de las bajas de maternidad/paternidad, servicios de guardería gratuitos, etc.), y aborto gratuito, universal y de calidad. Así como, asegurar la gratuidad y calidad en los servicios y materiales vinculados a la salud de las mujeres, concretamente la salud sexual y reproductiva; garantía de los servicios de salud (ginecológica, matrona…) y garantía de los medios necesarios (materiales vinculados a la menstruación…).
Siguiendo este programa, debemos identificar las figuras disciplinarias (miembros de la clase trabajadora que ejercen violencia machista contra la mujer trabajadora; así como él marido que maltrata, los amigos que mandan fotos tuyas sin permiso o te chantajean para no publicarlas…) y crear herramientas o mecanismos para defender y luchar por los intereses de las mujeres trabajadoras (por ejemplo las vueltas a casa colectivas que estamos llevando a cabo en los días de fiesta o el protocolo contra agresiones que pusimos en marcha en el festival solidario, que se celebró el pasado fin de semana), vinculando cada vez más mujeres a la lucha y con la intención de convertirnos en activo político, para superar la organización social definida por el capital y crear una sociedad sin opresiones; una sociedad socialista.
Por todo esto, animamos a todas las mujeres a organizarse con nosotras y participar en la movilización que vamos a realizar el 25 de noviembre a las 19:00 en la calle Baja Navarra. Pero, sobre todo os animamos a no limitar la lucha únicamente a unos días concretos del año y a participar en todas las actividades, dinámicas o herramientas que estamos poniendo y pondremos en marcha durante todo el año. Ya que cuantas más capacidades sociales, políticas, económicas y materiales tengamos vamos a poder construir mejores condiciones para las mujeres trabajadoras.
Amaia Izcue López