«Gobierne quién gobierne, esto se va al garete» por Ander Mazkiaran

Gobierne quién gobierne, esto se va al garete.

Socialismo o barbarie.

Han pasado ya dos años y medio desde el inicio de la pandemia. Los medios de comunicación, políticos y economistas profesionales tranquilizaban a la población diciendo que una vez avanzado el proceso de vacunación, comenzaría una recuperación económica y se volvería a la normalidad. El tiempo ha puesto las cosas en su lugar y nos ha mostrado a través de los hechos que esas palabras no eran sino patrañas. Aunque se supere del todo la pandemia no veremos recuperación económica, simplemente porque las causas de la crisis económica no están en la pandemia (aunque ésta haya tenido un significativo impacto).

La tasa de acumulación de las grandes empresas venía ya tocada desde la crisis del 2008, situación que los últimos años ha empeorado, y así nos encontramos actualmente: cierre de empresas en el sector industrial; subida en el precio de la luz, gasolina, alimentos básicos o transporte; largas listas de espera en hospitales con una atención totalmente despersonalizada por falta de recursos; elitización del sistema educativo; despidos; altos índices de paro, especialmente juveniles; aumento del precio del alquiler; desahucios; y un demasiado largo etcétera. La burbuja del Estado de Bienestar con la que se ha dopado a la clase media europea está estallando.

La juventud no va a vivir las condiciones en las que han vivido sus progenitores. El European Dream ha terminado y, seamos conscientes o no, estamos viviendo los estertores de su muerte. Este dopaje edulcorado ha inyectado una moral y modo de vida burgués a una clase obrera a la que le cuesta siquiera imaginar el socialismo. Pero la cruda realidad es ya inmaquillable.


La mencionada crisis económica, la cual forma parte de los genes del capitalismo, lleva a la burguesía a reestructurar la sociedad en diferentes ámbitos para intentar iniciar un nuevo ciclo de acumulación. Los llamados Fondos Europeos (NextGenerationEU) son un claro ejemplo de cómo llevan a cabo los grandes empresarios y banqueros la reestructuración que necesitan para toda Europa. Estos fondos, los cuales la mitad se obtienen endeudándose (aún más), son un chute de estímulos para grandes empresas, con el objetivo de que avancen en la digitalización e incentiven la inversión en diferentes sectores que considera estratégicos la UE. Se maquillan los
fondos destinando una parte minúscula al gasto social, pero gran cantidad de este dinero deberá ser devuelto, con intereses y bajo las condiciones que marque la UE. ¿Qué significa esto?


Recortes en sueldos, pensiones, ajustes del mercado laboral, servicios públicos… Además, los fondos son un buen ejemplo para ver cómo gobierna la dictadura de la gran burguesía, ya que para que los estados puedan recibir el dinero, deben realizar diferentes reformas que satisfagan a la UE. En el caso del Estado Español, la UE marca las directrices en las cuales se encuentran, entre otras, la reforma laboral, la de pensiones y la fiscal. El rumbo al que nos dirigen estos cambios es claro: posibilitar la acumulación del capital a costa de empeorar las condiciones de vida de gran parte de la clase trabajadora europea. Es llamativo que el decreto para aceptar los fondos fuese apoyado por el PSOE, Unidas Podemos, PNV, EH Bildu y Más País. Estos partidos y quienes les apoyan han perdido cualquier posible legitimidad para criticar ninguna de las reformas que se van a llevar a cabo, ya que han aceptado, mediante el apoyo a la recepción de los Fondos Europeos, que sea la UE quien defina el carácter de las reformas. La ola de imposiciones que vino desde la UE tras el estallido económico del 2008, se vivieron con especial crudeza en Grecia o en el Estado Español. Nadie puede ahora dudar del carácter real de las instituciones europeas, por lo que al aceptar esos fondos eran conscientes de lo que iba a venir tras ellos. ¡Que se dejen ya de
teatros con sindicatos y patronal! ¿Qué es eso de “unas relaciones laborales propias para Euskal
Herria”, que reivindican quienes han aceptado que la gran burguesía europea defina las relaciones
laborales?


“Gobierne quién gobierne, las pensiones se defienden” reclaman los pensionistas. Pero la situación es muy distinta: gobierne quién gobierne, esto se va al garete. Como vemos, la crisis es estructural y a nivel europeo la tendencia general en todos los estados, gobierne quién gobierne, es la misma. El problema son el capitalismo y sus propias instituciones, en lo esencial da igual quién las gestione (aunque obviamente haya diferencias entre la facción de derechas y la de izquierdas). A la socialdemocracia le toca tragarse su discurso progre, porque le toca recortar.


Mejor dicho: disfraza de progresista la ofensiva de la burguesía contra la clase obrera. Por ejemplo: EH Bildu se jacta de terminar con la discriminación que sufría la policía foral, rebajando su edad de jubilación. ¡Mientras la reforma de las pensiones alargará la edad de jubilación al resto! Una policía que ha sido dura cargando, golpeando, multando… a la clase obrera, especialmente a trabajadores en huelga y a la juventud durante la pandemia. También apoyaron los presupuestos generales, en los cuales el gasto policial aumentaba. La clase dominante está a la ofensiva, protegiendo a sus defensores para que luego ellos les protejan. Luego, se llevan las
manos a la cabeza cuando en las movilizaciones de movimientos sociales teledirigidos por partidos socialdemócratas hay cada vez menos jóvenes.


Se ha dado una ruptura económica y ésta tiene un fuerte componente generacional. La realidad muestra cada vez más evidentemente que la juventud no alcanza el nivel de vida de la anterior generación. Los académicos, sociólogos o políticos profesionales dicen desde sus sillones que la juventud está despolitizada, que tiene otras prioridades. ¡Y una mierda! A la juventud nos dan asco vuestras instituciones, porque no frenan nuestra proletarización. La desafección hacia esta sociedad dirigida por la burguesía, en este caso la socialdemocracia, deja el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de la ultraderecha. El capitalismo tira de fascismo cuando la
democracia liberal no le sirve. Pero también ofrece una oportunidad para que esta desafección se convierta en fuerza revolucionaria. Es necesario convertir la ruptura económica en una ruptura política. El rechazo hacia la política institucional burguesa se debe convertir en militancia comunista. Es decir, una política que estructure paralelamente una fuerza que dinamite los pilares del capitalismo y que construya un tejido organizativo en diferentes ámbitos (vivienda, sanidad, educación, productos básicos, ocio, producción…) ajeno al tejido burocrático del sistema actual.


Una política que detenga el embrutecimiento de las relaciones, trabajando desde hoy lasdiferentes opresiones que se reproducen en el capitalismo. Una política que acabe con los dogmas del individualismo, la depredación mútua y la brutal competencia entre iguales. El capitalismo como modelo social es un fracaso inevitable. Ha empujado al planeta al borde de sus límites. Debemos retomar el marxismo como herramienta analítica crítica y aprender de la experiencia del movimiento comunista del pasado. Especial interés en aprender de los errores cometidos, ya que hemos llegado al siglo XXI con un comunismo totalmente derrotado. Pero esta derrota es evitable.


Socialismo o barbarie.

Ander Mazkiaran

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