Luces y sombras, por José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

 

La luz es el comienzo de la causa invisible (Gamoneda).

 

felix sanchez satrustegui           La luz, en el mismo momento de nacer, crea la oscuridad. El uso del sol y la luna como metáforas, aunque persiste, ha sido sustituido en gran parte por hipérboles artificiales. No importa la luz en sí, tampoco la del sol, sino el alumbrado como exabrupto, como paradigma de la época de la iluminación, opuesta a la época de las luces, a la Ilustración, en contra de lo que pudiera parecer y sería de desear. Alcaldes representantes del consumismo iletrado, de cerebro testicular, se pelean por ver quién tiene mayor la luminaria.

En los rincones de esa grosería de luces, a la sombra de los neones, crece la oscura realidad de la sobrevivencia. Afuera de las rejas insalvables dentro de las cuales habita la esperanza, a la intemperie, se desarrolla un inframundo de camastros de tierra, de hambre y frío. Los que buscan asilo, encuentran una sucesión de siglas ininteligibles que representan intenciones (a veces ni eso) sin recursos suficientes para atenderlos. Vecinos poseedores de un alma que renuncia a los golpes de pecho y párrocos sin hipocresía de rosarios y padrenuestros les prestan la ayuda que las administraciones les niegan.

La actualidad política, además de la búsqueda de acuerdos para formar gobierno (atacados tanto por la derecha apocalíptica como por los propios barones de nobleza despistada y jarrones chinos de tiendas de todo a 1 €), sigue centrada en la periferia. Los unos proyectan establecer fronteras geográficas para esconder su verdadera intención, levantar muros económicos; los otros procuran ocultar, bajo la bandera de su sacrosanta unidad, abismos económicos. Lo mismo, o sea.

Los primeros, por reducción al absurdo, terminarán por instaurar una versión geopolítica de la publicidad de IKEA, la República Independiente de tu Casa, imposible de ensamblar. Los segundos aspiran a conformar una uniformidad productora de desigualdades. Qué más da que las fronteras estén en el Canal de la Mancha, en el Ebro, en el Mediterráneo o bajo los Pirineos. Todos ellos están sufragados por una burguesía genuflexa al gran capital. Cada tribu emite su balido que le identifica con los suyos y aleja a los repudiados.

En medio, apedreados desde ambas atalayas, habitan los perdedores de siempre y unos pocos animosos buscadores de una mayor justicia social. No culpemos solo a los nefastos gobernantes, tampoco lo somos menos los gobernados.

El cambio climático es una realidad que indica el comienzo de un camino irreversible. Greta, esa estrella sin garbo pero con generosidad que moviliza jóvenes y conciencias, es vilipendiada sobre todo por los que contaminan y hacen chistes sin puta gracia, por los que están irritados porque saben que la niña tiene razón, y les molesta. Marx profetizó la destrucción del capitalismo por sus contradicciones, otros afirmaron que moriría de éxito. Sin embargo, el capitalismo desaparecerá porque aniquilará a millones de seres humanos a través de la miseria o las guerras y porque destruirá el planeta.

El poder económico es una mafia de ricos apoyados por habitantes de las cloacas y políticos corruptos. La democracia es una marioneta de la dictadura económica. En el entretanto, la población se distrae con telebasura, mentiras y derroche (los que pueden, porque, como nos recordó hace unos días Patricia Núñez en este mismo medio, con dura prosa numérica, uno de cada cuatro españoles es pobre).

Despilfarro de manjares y bombillas, que provoca hambre y penumbra. El consumismo se hace tiranía en Navidad.

Puedo parecer pesimista contando la realidad de esta manera, pero quizá solo sea porque me falte la intensidad de la mirada del poeta y sea incapaz de extraer algunas otras piezas escondidas de esa realidad más allá de la fachada. No soy poeta, pero recurro a ellos, como ahora a Irazoki.

Que me disculpen Antístenes, Diógenes y demás cínicos de aquella escuela griega clásica, los cuales destacaban por vivir de forma muy sobria; el cinismo moderno se caracteriza más por actuar con falsedad y desvergüenza.

Feliz cínica Navidad. Feliz Año Nuevo, que traerá viejas costumbres de luces creadoras de sombras. Y, sobre todo, salud.

 

José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

2 comentarios en “Luces y sombras, por José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

  1. Qué pena qué seamos capaces de tener conciencia. A veces, pienso que me gustaría ser carne de Tele5 y creérmelo todo, como cuándo venían los Reyes y el Ratón Pérez.
    Feliz cínica Navidad. Feliz Año Nuevo, que traerá viejas costumbres de luces creadoras de sombras. Y, sobre todo, ¡¡salud compa!!

    Me gusta

Deja un comentario