Han surgido en los últimos tiempos múltiples casos de victimismo en los que se mezclan intereses políticos espurios y una picaresca muy al hispánico modo. Veamos varios ejemplos.
Comenzando por lo más alto en el escalafón victimista, el rey «demérito» ha escrito Juan Carlos I de España. Reconciliación. Según las reseñas divulgadas, más que memorias parecen recuerdos selectivos junto a olvidos interesados, algunos de ellos escondidos en bancos suizos, y desavenencias irreconciliables. Aparte de los escándalos amorosos o financieros y la defensa infame del dictador asesino, quiero destacar su queja por ser «el único español que no cobra pensión tras 40 años de servicios». ¡Hay que ser caradura! Según el propio interesado, la culpa de su descrédito es, en gran parte, del Gobierno y de las investigaciones judiciales que destaparon su intento de fraude fiscal y otros delitos protegidos por la inviolabilidad.
El Borbón, exiliado en Abu Dabi con visitas recurrentes a Sanxenxo a regatear, se lamenta de que su vida ha estado dictada por las exigencias de España y del trono, de que dio una libertad a los españoles que él nunca pudo disfrutar para sí mismo y de que tanto su hijo como supuestos amigos le han dado la espalda. «Me doy cuenta de que nunca he sido libre», concluye. El muy cínico, tras una vida de absoluto privilegio, se disfraza de víctima. Habría que conminarle al silencio si no va a decir la verdad y devolver lo supuestamente robado. ¿Por qué no te callas?
Más de un año después de la dana que mató a 229 personas, mientras él prolongaba la sobremesa ad libitum, Mazón ha dimitido ma non troppo. Ignacio Escolar la define como una dimisión parcial, calculada y estratégica, porque no deja el acta de diputado para seguir aforado.
Aunque lleva un año despreciando de forma repugnante a los damnificados, echando balones fuera y culpando, cómo no, a Pedro Sánchez, en la comisión de Les Corts valencianas el representante de Compromís, Joan Baldoví, le ha espetado: «Si estabas informado, cómo cojones te quedaste en el reservado del Ventorro». En su comparecencia en el Congreso ha insistido en mentir y Rufián lo ha definido: inútil, mentiroso, incapaz, psicópata y homicida.
Según los datos conocidos hasta ahora, van más de 2.000 mujeres afectadas por un diagnóstico tardío con sospechas de cáncer de mama. Juanma Moreno se considera víctima e intentó culpabilizar al protocolo puesto en marcha por María Jesús Montero en 2011, entonces responsable socialista de sanidad. Lo cierto es que en tal protocolo no se recomienda en ningún apartado no informar de los resultados de las mamografías cuando estos no son concluyentes, como afirma con desfachatez. Después, incrementa el grado de indecencia para alegar, con insuperable cinismo, que el SAS decidió no informar a esas mujeres de un cribado dudoso para «no generarles ansiedad». Al contrario, el documento que enseñó en el Parlamento, propone «rapidez diagnóstica para disminuir ansiedad innecesaria en pacientes». La asociación Amama no para en sus críticas ni en sus protestas para esclarecer los hechos.
Alberto González Amador, alias Alberto Quirón por sus negocios con tal compañía sanitaria, novio de IDA 7291 y ciudadano particular, apoyado desde el poder de la Comunidad de Madrid por tierra, aire y, sobre todo, MAR también se siente ofendido por el sanchismo y el rojerío mediático a pesar de estar procesado por los delitos de fraude fiscal y de falsificación documental. Para defenderse, acusa al Fiscal General del Estado (FGE) de no revelar no secretos. La UCO registra la sede de la Fiscalía sin saber qué busca, es decir, por si acaso —¿otra investigación prospectiva?— y MAR, el jefe de Gabinete de la lideresa madrileña, miente sin rubor —ya venía colorado de casa— ante el Supremo y recurre al insulto contra los periodistas que destaparon los chanchullos del señorito. Sobre su bulo acerca del FGE parando el acuerdo del delincuente confeso con Hacienda reconoce: «No, no tengo ninguna fuente. Es un mensaje. Sin apoyo en una fuente. Es que yo soy periodista o trabajo en política. No soy un notario que necesite una compulsa». Mentira. Sí tenía una fuente, el ciudadano particular nada particular.
El novio de IDA 7291 lamenta que pasó a ser el delincuente confeso del Reino de España y que el FGE le había matado públicamente y le había destrozado por completo. El colmo del victimismo lo alcanza cuando declara: «Me voy de España o me suicido». Esperemos que no.
El juez Peinado, que se cree perseguido por el socialismo en consonancia con la opinión del PP, no solo yerra en su desmelene con Begoña Gómez y lo que se mueva alrededor de Pedro Sánchez, siguiendo las denuncias del seudosindicato Manos Limpias. A los errores y barbaridades jurídicas que le achacan muchos expertos, ahora resulta que, como nos descubre Álex Grijelmo, tampoco sabe escribir bien. Salvo cuando recurre al copipega, alterna frases sin pausa, con el consiguiente riesgo de asfixia para el posible lector, con otras en las que abusa de comas absurdas, dando la sensación de que el potencial leyente esté afectado de tartajeo.
Me disgustó que el presidente del Gobierno calificara la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado como un circo. Ignoro qué puede tener Pedro Sánchez contra ese espectáculo de payasos y acróbatas —las fieras me gustan menos— al que asistí de crío en alguna ocasión y que recuerdo con cariño. Sé que lo dijo para desacreditarla, pero en su acepción de uso coloquial como confusión, desorden o caos. Opino que para tal objetivo solo hubiera hecho falta citar el nombre completo de la comisión, tan largo que no lo reproduzco aquí por falta de espacio, o repasar el historial de los convocantes del esperpento, ideólogos de la policía patriótica y de la política del insulto —como paradigma revelador, el chulo perdonavidas Rafael Hernando se refiere a Begoña Gómez como «cajera de putisaunas»—, subproductos de la Gürtel e inventores del antisanchismo. Al contrario de lo que suele ser habitual en circunstancias similares, este surge antes y, como respuesta, nace el sanchismo. Javier Cercas declara que «solo hay algo peor que un sanchista histérico, de esos que llevan al cuello un escapulario de Pedro Sánchez, y es un antisanchista histérico, de esos que lo consideran la personificación del Maligno». El problema, añade, es que el debate político está monopolizado por esos dos fantoches, y no es posible una discusión racional, ya que «quien la intenta es demonizado con el peor insulto: equidistante». En desacuerdo con mi admirado Cercas, defiendo en general las políticas del Presidente sin ser devoto ni llevar escapulario: a él no lo considero equidistante, tampoco fantoche.
Presidió el «corrinche» senatorial Eloy Suárez, de iniquidad y frenesí antisanchistas manifiestos desde el inicio de la cosa. Hubo diversas intervenciones muy desafortunadas; sin embargo, la más lamentable llegó con el senador del PP, Alejo Miranda —qué se puede esperar del ideólogo del hospital Zendal—, muy nervioso ante su odiado enemigo, que disparó preguntas sin poder esperar a las respuestas, entre otras cosas porque solo le interesaba escupir bulos.
Hay muchos más ejemplos, unos los resumo aquí y otros quedan pendientes. Puigdemont y los suyos, políticos nefastos herederos de la CIU de Pujol, la del Espanya ens roba, que gobernaba por las mañanas, robaba por las tardes y rezaba por las noches, se ven martirizados por el PSOE.
Garamendi, presidente de la CEOE, gimotea por la subida de salarios y la reducción de la jornada laboral. Exige cultura del esfuerzo a los trabajadores mal pagados, con un par. Los más ricos se sienten perjudicados por los pobres y las políticas que pretenden disminuir las desigualdades sociales. Como les ocurre a los patriotas de pulserita rojigualda gallinácea, mirada cara al sol, corazón frío y alma ausente, que se manifiestan damnificados por los inmigrantes.
La retórica victimista y la cultura de la queja están en auge. Los hay paranoides e instrumentalizados o manipuladores. Por aquí hay de todo, más de los últimos.
Adenda: Del otro lado, no olvidemos a las víctimas reales, como los palestinos que sobreviven a un falso alto el fuego, los sudaneses en eterna guerra civil o los ucranianos invadidos.
Tampoco dejemos de lado a otras, como las afectadas por la falta de políticas justas de vivienda. Es un problema complejo, pero soluble; depende de la voluntad política y del esfuerzo colectivo.
Al pueblo en general nos afecta la corrupción, que no es solo política. La mayoría de los ciudadanos no robamos, ni nos lucramos con el dinero público. Lo nuevo de Cerdán y Almería es un paso más que no se arregla con los clásicos «y tú más», sino con una actuación decidida e integral. Lean a Manuel Villoria sobre este asunto, pídanle asesoramiento y actúen.
Este 20N se cumplieron 50 años de la muerte del dictador Franco. Hoy debemos recordar a los miles de asesinados, desaparecidos y exiliados por culpa de ese criminal; es decir, a sus víctimas, muchas de las cuales siguen en cunetas o fosas comunes. Memoria democrática y lucha siempre contra el franquismo, renacido en Vox y alrededores y blanqueado por el PP.
El Supremo nos ha recordado con su sentencia contra el FGE —Martín Pallín la califica de golpe de Estado— lo que dijo el dictador: «Todo queda atado y bien atado». A desatarlo de una vez.
José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

