Redes de explotación sexual en Donostia, Tutera, Gasteiz y Barakaldo, dos mujeres asesinadas en Iruñea y Bilbo, numerosas agresiones sexuales en diferentes territorios de Euskal Herria, siendo un policía uno de los tantos agresores. Esta está siendo la realidad de Euskal Herria en las últimas semanas. Estas noticias han dejado de ser sucesos impactantes y se han ido normalizando poco a poco, convirtiéndose así en el pan de cada día para las mujeres trabajadoras.
El contexto actual nos evidencia que el machismo sigue siendo parte de nuestro día a día, ya que en 2023, sólo en el sur de Euskal Herria, hubo, como mínimo, 8603 agresiones, es decir, casi 24 agresiones por día. En lo que llevamos de año, desde enero a agosto, ha habido, como mínimo, 5385 agresiones. En el caso de Lizarraldea, ha habido un total de 78 de denuncias por violencia contra las mujeres, segun el INAI. Estas cifras son verdaderamente aterradoras, sin embargo, el impacto social que estas tienen no va acorde con la gravedad de la cuestión, en otras palabras; las mujeres seguimos siendo agredidas y parece que a la sociedad ha dejado de importarle.
En ese sentido, la ultraderecha está aprovechando este contexto para difundir mensajes machistas y reaccionarios, por lo que es importante mencionar ciertos elementos que inciden en la expansión de la ideología machista. Por un lado, varios sectores niegan y directamente reproducen la violencia machista, desde la ultraderecha hasta influencers o youtubers mediante las redes sociales; Llados cosificando a las mujeres, el “Dandy de Barcelona” normalizando la prostitución, Xokas promoviendo la cultura de la violación… Todo esto, bajo la premisa de que ellos no son machistas.
Por otro lado, a pesar de que la ultraderecha ponga en duda la mera existencia de la violencia machista, su actitud cambia cuando el agresor es de origen extranjero, es decir, se dedica a difundir mensajes reaccionarios y racistas en los que responsabiliza al proletariado migrante de toda violencia machista, lo cual, además de ser oportunista, es totalmente contradictorio. En este contexto, refuerzan el papel de la policía en el nombre de la seguridad, obviando el hecho de que el 15% de las agresiones de verano fueron realizadas por policías. Está claro que no nos protegen.
Por lo tanto, a pesar de lo que la ideología machista nos quiere hacer creer, la realidad es muy distinta: la opresión que sufre la mujer trabajadora es estructural y no un conjunto de casos aislados, por lo que dentro de las dinámicas del capitalismo la mujer es un sujeto devaluado. Esto quiere decir que las propuestas de leyes de la socialdemocracia son incapaces de solventar esta problemática, ya que no responden a los intereses universales de la mujer trabajadora, es decir, no todas las mujeres tienen acceso a estos recursos, como pueden ser las mujeres que están en situación irregular.
Es por esto que es de máxima urgencia la organización fuera de las instituciones y una propuesta política que vaya a la raíz del problema, solo así acabaremos con la violencia machista. Es nuestra responsabilidad denunciar la situación que vivimos y combatir los discursos machistas y fascistas, además de ir desarrollando herramientas que hagan frente a la violencia machista, ejemplo de ello es el protocolo que vamos a poner en marcha desde Itaia en el “Elkartasun Jaialdi” del 23 de noviembre para evitar cualquier tipo de agresión. Por todo esto, hacemos un llamamiento a acudir a la concentración convocada por Itaia el 25 de noviembre, a las 20:00 en Baja Navarra.
¡Combatamos la violencia machista!
Neli Ganuza


