“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos” (Antonio Gramsci)
Un espectro recorre Europa, un espectro que ya ha recorrido Europa y que ahora se nos presenta con nuevas formas. Un espectro que aparentemente fue aniquilado, ocultado y degradado. Si bien aquí pervivió de forma explícita mucho más tiempo (para algo ganaron la guerra). Ahora resurge, metamorfoseado, renovado y con diferentes voces y estilos.
La pregunta que muchas personas se hacen es:
“¿Cómo es posible que la extrema derecha coseche éxitos electorales y avance de forma aterradora en el discurso diario?”
La pregunta que hay que hacerse es:
“¿Cómo esperabas destruirlo si no eliminas su origen que no es otro si no el capitalismo?”
Voy a intentar dar algunas claves resumidas.
Durante el proceso de crecimiento económico, la extensión de la “clase media” y la creación de un estado de bienestar más o menos funcional (altas tasas de empleo, sistema sanitario, capacidad adquisitiva, etc.) los partidos socialdemócratas en Europa se estabilizaron. En el caso del estado español la hegemonía del PSOE durante largos años es buena muestra de ello. El viejo fascismo se volvió minoritario. Más vinculado a pequeños grupos neonazis y ultras. Aunque la presencia de la extrema derecha en la policía y ejército se mantuvo fuerte.
Sin embargo, las sucesivas crisis económicas y el declive imperial de occidente nos han traído a un nuevo escenario. Un escenario donde la capacidad integradora del estado respecto a la clase trabajadora (teniendo en cuenta que nunca integró al conjunto del proletariado) se ha visto mermada. Los hijos e hijas de la clase media ya no suelen tener empleos estables, no pueden adquirir vivienda por su cuenta y la inflación se come sus “subidas” de sueldo. El declive es así mismo palpable en el sistema sanitario y otras áreas fácilmente perceptibles para cualquiera. Sin entrar en excesivos detalles, podríamos decir que una parte de la clase media se “proletariza” (empeoran sus condiciones de vida). Evidentemente, la parte más débil también sufre esta debacle y cada vez son más comunes los disturbios en barrios de la periferia (el caso de las Banlieues francesas por ejemplo).
Es en este contexto donde el caramelo de la extrema derecha vuelve a venderse. Pero no es una casualidad o un fenómeno de un territorio concreto (su crecimiento en todos los países occidentales y no solo occidentales muestra que es un fenómeno que trasciende las fronteras). Se trata de una tendencia generalizada ante la crisis del capitalismo (crisis bélica, ecológica, social, etc.).
En ese sentido se despliega toda una maquinaria de propaganda que busca canalizar las frustraciones y miedos de una clase media en plena bajada y también de una pequeña burguesía incapaz de competir en el mercado. Se extiende un discurso ultranacionalista. También se señalan y criminalizan los “enemigos” de la nación, poniendo en el foco de su odio a los sectores del proletariado más vulnerables (migrantes, por ejemplo). Desviando la atención del auténtico origen de la problemática, se genera un contexto de paranoia y miedo, magnificando la “inseguridad” y abriendo camino a la idea de que hace falta “mano dura”. Además, el discurso social se derechiza y son cada vez más los partidos “clásicos” que defienden sus ideas de un gobierno cada vez más autoritario y policial. También se señalan las expresiones políticas que tratan de hacerles frente y se normaliza la violencia contra ellas.
Todo este trabajo ideológico se difunde por numerosos canales. Desde los medios de comunicación clásicos (que dan banda ancha a este discurso) hasta redes sociales e influencers varios. También se crean plataformas y organismos que buscan difundir estas ideas. Avanzan en lo que podríamos llamar la “batalla cultural”.
Esta nueva extrema derecha en crecimiento, organizativamente hablando, adquiere diferentes expresiones. Por una parte, tenemos al principal partido político (VOX) que aspira a gestionar el estado. Por otra parte, a grupos de choque en las calles (véase la dinámica de Noviembre Nacional) que aumentan de número en la medida que se va legitimando su discurso a través de los canales anteriormente citados. Así mismo, crece su presencia en los cuerpos represivos del estado a través de los nuevos sindicatos policiales. Finalmente, incluso se crean empresas privadas como Desokupa que se alimentan de ese mismo conglomerado.
Así pues, esta nueva extrema derecha adquiere distintas formas, pero una misma función: buscar una falsa salida autoritaria al contexto de crisis golpeando a los sectores más vulnerables del proletariado, neutralizar cualquier oposición (especialmente la revolucionaria) y hacer el trabajo sucio de la burguesía.
En ese sentido, el 8 de mayo dos vecinos de Lizarra serán juzgados por el partido político de extrema derecha VOX. No podemos normalizar una fuerza política institucional que busca aumentar las capacidades represivas del estado y usar las mismas para vulnerar aún más los derechos de los y las más débiles. Es por ello, que desde el Consejo Socialista de Lizarraldea mostraremos nuestro apoyo a los encausados con una concentración a las 08:30 en los juzgados de Lizarra. Frente al fascismo y la represión ¡Unidad de clase!

Iosu Dufur

