¿Quiénes nos han robado el mes de abril?, por José Félix Sánchez-Satrústegui

Los Madriles. La que fuera capital de la gloria para Alberti y tantos, Madrid, es ahora la capital del choriceo y el tocomocho, del mamoneo y el trinque. No te cruzas con tu ex, aunque recorras la ciudad de arriba abajo cerveceando sin parar, pero puedes tropezarte con «chorizos de bien» antes de que se retiren a descansar al piso de lujo adquirido tras, por ejemplo, agiotaje con las mascarillas o chanchullos mediante correspondencia biunívoca con la quironesca —el grupo Quirón está muy de moda, favorecido en el proceso de privatización de la sanidad—; incluso, en un caso, con la presunta anuencia amorosa de la presidenta. De la pandemia algunos salieron mejor; económicamente mucho mejor, o sea. En el Foro se resume el país entero, por algo «Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España?».

Cuando Isabel Díaz Ayuso llama hijo de puta a Pedro Sánchez parece estar atribuyendo al presidente sus propias malas cualidades en una especie de cleuasmo invertido. Hay que aplicarle la presunción de indecencia a quien gobernaba la Comunidad cuando se aplicó el protocolo de la vergüenza —7291 es la cifra de fallecidos en las residencias de la Comunidad de Madrid que no fueron trasladados a centros sanitarios cuando lo necesitaron—. En el caso de su novio, Alberto, imputado y confeso por delitos fiscales, la lideresa declaró que este era «un caso turbio de todos los poderes del Estado contra un ciudadano anónimo» que había sufrido una «inspección fiscal salvaje». Los fiscorrandas con dedicación obsesiva, que no exclusiva, a apañuscar el dinero que deberían pagar al fisco, nos recuerdan que Hacienda no somos todos; ellos, al menos, no. El novio de la fuerte, por poderosa, insiste en sus choriceos mientras ella lo hace en el valor del esfuerzo y la competencia, utilizando el discurso cínico multifuncional que le prepara su jefe de gabinete —que Madrid no tiene playa, pero sí un MAR echacuervos que agita de continuo oleadas de mentiras y exabruptos—.

La boda. Almeida, el alcalde de la cosa matritense, se desposó por lo patricio y por lo casposo en una misma ceremonia. Se celebró en el templo neobarroco San Francisco de Borja, ese que Carmencita llenaba de fascistas cada 20-N para celebrar un réquiem por su padre, el dictador asesino. Entre trajes y vestidos de gusto dispar del personal, desde modelos de Himba Collection o arreglos de Navascués a los retales de cortinas cosidos por un vecino chapuzas, Esperanza Aguirre se presentó ataviada, a modo de tocado, con un adorno del árbol de navidad que se le olvidó guardar en su momento; Barbie Madriles acudió del brazo de su chorizo en versión elíptica; la realeza borbónica estuvo muy representada, incluido el demérito; hasta la vigesimotercera nieta de Isabel la Católica anduvo por allí. Feijóo salió de la iglesia mediante un tropezón —real, que ahora no estoy empleando un tropo—. Los novios se marcaron un hipotético chotis a ritmo como de marionetas tullidas, un intento de imitación de Grease en versión castiza que quedó en lo que parecía la grabación de los primeros ejercicios de rehabilitación de dos politraumatizados. Ni brillantina ni vaselina, grasa rancia petrificada. Dios los cría y ellos se juntan, ya sea en el Escorial, en Serrano o, si procede, en Soto del Real.

Indicios. La causa ha sido archivada porque, tras más de dos años de investigación, el juez no aprecia «indicios de la comisión de delito alguno», pero Mónica Oltra ha sido víctima de una cacería política por parte de la ultraderecha, el aplauso de la derecha político-mediática y la colaboración de la justicia —«El caso ha podido tener el recorrido judicial que ha tenido porque en España, desafortunadamente, hay instancias judiciales que lo hacen posible», escribe Pérez Royo—. Ya sabemos que la justicia española no es ciega, sino tuerta, ve muy bien con el ojo derecho, como nos recordó Iñaki Gabilondo.

Dos años ha ocupado el juez en buscar indicios hasta debajo de las piedras, que finalmente no ha encontrado. Cuando menos, parece excesivo el tiempo empleado para no encontrar nada, ¿o podría continuar sine die?

No parece sensato que, a partir de una acusación interesada políticamente del facherío local, los tribunales mantengan sospechas sobre la honorabilidad de un cargo público varios años. El daño causado a una persona, a una política honesta, y a la democracia, tratando de tergiversar la voluntad popular expresada en las urnas, es enorme.

¿Lawfare? Por supuesto. Instrumentalización de la justicia, judicialización de la política o persecución judicial. Aceptarlo públicamente supone asumir que nuestro poder judicial está pervertido —para confirmarlo solo hay que fijarse en la persistencia en el poder del CGPPJ, más de cinco años interino— y que la democracia corre un grave riesgo, aunque extender la sospecha a todos los jueces y poner en duda la integridad misma del sistema es algo arriesgado y, probablemente, exagerado. Por si acaso, ojo avizor.

Inacción climática. Un grupo de mujeres de más de 70 años, pertenecientes a la Asociación Suiza de Mujeres Mayores por el Clima, obtuvo la primera victoria en un caso climático en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual sentenció que los esfuerzos de Suiza para cumplir sus objetivos de reducción de emisiones habían sido inadecuados. Han ganado de forma contundente sin olvidar el largo y dificultoso camino recorrido. «Nos ridiculizaban por ser mujeres mayores, nos decían que nos fuéramos a dormir, a tejer…», dicen. Esta es la primera vez que el poderoso tribunal se pronuncia sobre el calentamiento global. Es un triunfo para todos. Mujeres tenían que ser.

Oriente próximo. Es el lugar donde estamos al borde del abismo, al decir de Borrell. Por supuesto que hay que condenar a la teocracia de Irán, pero sin olvidar todo lo que hace Israel —régimen democrático (¿?) gobernado por genocidas judíos— que continúa matando palestinos mientras la comunidad internacional, con honrosas excepciones, lo justifica o mira hacia otro lado. El hombre creó a los dioses a su imagen y semejanza, y estos envían a quienes los crearon a matarse en su nombre. Zapatiesta divina.

Además, EE. UU. acostumbra a que la carrera armamentística sea su motor económico, expandiendo al máximo la industria militar y multiplicando sus beneficios.

Memoria histórica frente a las manipulaciones histéricas de la historia. Nos hablaron de cruzada en lugar de golpe de Estado, de victoria y no de masacre, de paz en vez represión y, ahora, de concordia en lugar de memoria. La derecha-extrema derecha, que utiliza el eufemismo para censurar lo mismo obras de teatro que un pubis de mujer hablando de «ajustes presupuestarios», «reorientación de la programación» o «proximidad de un colegio», en este caso utiliza el cinismo de leyes de concordia cuando lo que pretenden es blanquear la dictadura franquista y humillar a sus víctimas. Ni un paso atrás en defensa de la memoria y contra los discursos de odio de Abascal y Cía.

Matonismo. Empiezan con el verbal y acaban con la acción. Para lo primero, lean el artículo de JM Izquierdo Las miserias de los matones y sus muchos cómplices donde el autor resucita al Catavenenos y denuncia lo que se adivina en el título o el de Pilar García Torres hace unos días en este mismo medio. Para lo segundo, recuerden la agresión de un grupo de fascistas al exalcalde socialista de Ponferrada. El vicepresidente de Castilla y León, de Vox con el apoyo del PP, condenó la agresión en un primer momento para, poco después, acusar al PSOE de tener 140 años de historia criminal. El niñato facha y los suyos son un gran peligro para la democracia.

Abril. La tierra abre su seno para empezar a producir las flores y los frutos. Comienza con el curioso Día Internacional de las Bromas y de la Diversión en el Trabajo. Contiene también el de la Seguridad y Salud en el Trabajo, el de la Salud, el del Beso o el del Libro. Yo añadiría el día 14, como recordatorio de la proclamación de la II República española, y el 25, cuando en Portugal los claveles taparon la boca de los fusiles. Lo digo por acabar con algo de esperanza frente al robo del espíritu del mes por parte de guerras, matones y sinvergüenzas.

José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

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