Los sucesores de Goebbels, Berlusconi, Trump, Bolsonaro y otros malandrines de similar jaez, algunos de los cuales mandan de una u otra forma en distintos países de nuestra civilizada y democrática Europa, incluida España, siguen logrando que las mentiras repetidas triunfen sobre la verdad y que lo racional (aquello que se refiere al pensamiento y al entendimiento) quede sepultado bajo lo emocional (en su versión peyorativa de alteración intensa del ánimo asociada a cierta agitación incluso violenta).
Un trabajador por cuenta ajena que realizaba reparaciones en casa de un amigo aseguró que cobraba el salario mínimo (actualmente 1080 €, cerca de 400 más que con Rajoy). No obstante, concluyó el debate amistoso afirmando que no votaría a ese gobierno que le había mejorado la calidad de vida porque Pedro Sánchez le caía mal. Mi amigo no fue capaz de convencerlo con argumentos, muchos de los cuales demostraban que las medidas del gobierno de coalición habían mejorado su bienestar y el de los suyos. Cuando una idea irracional entra en el cerebro es (casi) imposible sacarla de él de forma racional. El abogado y político norteamericano Bob Ingersoll, «el Gran Agnóstico», afirmaba que «discutir con un hombre que ha renunciado al uso de la razón, es como darle medicina a un muerto». Frente a ello ha vencido la repetida idea (es exagerado tildarla de tal cuando, como mucho, alcanza a ser un simple «átomo de percepción») de que había que «derogar el sanchismo», que se ha intentado «vender» como satánico, como una suma de todos los males, aun cuando no se puede derogar lo que no existe. Y a fe que lo ha conseguido, al menos en parte, de momento.
Es de suponer que la abolición del sanchismo llevará consigo, según el interés de la mayoría ganadora representante de la sabiduría popular, la supresión del aumento del salario mínimo, que se reducirá en 400 €, y de la reforma laboral, que nos llevará a las cloacas de la que aprobó Fátima Báñez auxiliada por la Virgen del Rocío. Quedará sin aplicación la ley de la vivienda, así que el que pueda pagarse el alquiler que imponga la testosterona del propietario, bien; si no, a la puta calle. Se bajarán todos los impuestos a las grandes fortunas, solo a ellas, y desaparecerá el ingreso mínimo vital, ese dispendio para que los que nada tienen pudieran, al menos, comer y dormir bajo techo.
Quedarán anuladas todas las medidas en favor de la igualdad (leyes de Libertad Sexual, Protección de los Derechos Humanos de Mujeres y Niñas víctimas de Trata, Explotación Sexual y en Contextos de Prostitución; bajada del IVA del 10 al 4 % de los productos de higiene femenina, preservativos y anticonceptivos no medicinales).
Los miles de millones de euros previstos para políticas públicas de igualdad efectiva entre mujeres y hombres se dedicarán a luchar contra ETA, esa banda terrorista que abandonó las armas presionada por toda la sociedad, y lo hizo, recuerden, durante el gobierno de Zapatero (PSOE), aunque parece que la derecha preferiría que siguiera.
Se acabarán los ERTE, las moratorias y cualquier tipo de protección ante nuevas pandemias o situaciones de alto riesgo para la población. Se acabará con las becas para los más necesitados, que ahora serán para los ricos. Se aumentarán las partidas económicas para los colegios privados y concertados.
Todos los inmigrantes tendrán un plazo breve para abandonar España. Ni un inmigrante en este país. Las pensiones bajarán a las cuantías que estableció el PP; de subidas conforme al IPC, nada de nada. Al bajar los impuestos, la sanidad y la educación no tendrán financiación pública; por lo tanto, si no tienes para pagarte un seguro privado, habrá que recurrir al padrenuestro para no enfermar o al rosario si ya hay que curar.
Eso es lo que ha querido el pueblo soberano y, aunque he introducido palabras de un tuit que, con gracia, resume lo que se ha votado para derogar el sanchismo, no deja de ser una visión en clave de humor (negro) de lo que hay. Y de lo que viene, porque Feijóo ya ha anunciado derogaciones masivas asistido por «don Pelayo» y sus huestes reconquistadoras de la patria arrasada por el socialcomunismo filoetarra y bolivariano. Y donde dijo que no, ahora dice que con Vox. Que tiemblen las mujeres maltratadas, porque la violencia machista deja de existir por orden del fascismo; que vuelvan a sus escondites quienes pertenezcan a los colectivos LGTBI. Serán perseguidos.
Emparedados entre unas elecciones y otras, tanto el runrún popular como las porras tabernarias, subgéneros demoscópicos referidos por Javier Aroca, nos tienen mareados y son tan preocupantes como las encuestas «serias».
Ramoneda advierte de que lo que se decide el 23J es si España entra o no en el autoritarismo posdemocrático que va invadiendo las democracias europeas. No podemos ser frívolos ni resignados frente al descaro e insolencia de la derecha, frente al machismo, la xenofobia, el negacionismo climático o el incremento de las desigualdades y los límites a los derechos y libertades. No vale con advertir del peligro del fascismo que ya está aquí, menos aún sirve callar.
El programa del PP es un no-programa con una sola línea argumental: cazar a Pedro Sánchez, que debe ser considerado muy peligroso (junto con su gobierno) por los sectores más poderosos del país.
Cuando la economía crece al 3,8% anual, Feijóo lo niega asegurando que está estancada (contra los datos, a ver si cuela la mentira, que ya hemos visto que cuela). Las matemáticas le fallan, pero la sintaxis es aún peor. Los cinco ejes estratégicos que conforman el acuerdo de gobierno entre PP y Vox en Valencia son un monumento al despropósito. El punto 3, por ejemplo, señala «Sanidad y servicios sociales, para reforzar la sanidad pública y los servicios sociales». Rima consonante-redundante antipoética que nada dice y que no hubiera superado un examen del primer ciclo de Educación Infantil. Pero Grullo ha vuelto como asesor de la coalición macho-taurina. Incluso desde el propio PP se ha llegado a decir que «nos falta poner de portavoz a una tonadillera». La mejor propuesta del PP para los jóvenes la ha expuesto con claridad el presidente de NNGG de Madrid que dice llevar muy avanzadas las negociaciones para el acceso preferente a las mejores discotecas de la capital y algunos otros privilegios en forma de copas gratis para los jóvenes afiliados. La juventud pepera no necesita acceso a la vivienda ni empleo, esas chorradas, sino chupitos en lugares reservados para pijos.
No hay armas secretas para reaccionar ante el 23J. Sin embargo, el PSOE debe hacer valer su mejor tradición socialista y Sumar, con Yolanda, debe multiplicarse y recuperar el tiempo perdido, además de dejarse de cabreos internos. Un ejemplo: la abstención en los barrios obreros de Sevilla, entre los más pobres del Estado, supera el 60%. Este no es un dato aislado. La izquierda tiene la obligación de movilizar a esos sectores.
Hagamos una rogación democrática masiva para la derogación total del franquismo que permanece instalado en parte de la derecha y en la costumbre de las masas.
La izquierda habrá de responder con razones a la sinrazón. Pero también, a la par, tendremos que perfumar de emociones la razón para derrotar al hedor inquietante de la sinrazón.
José Félix Sánchez -Satrústegui Fernández

