La Guardia Civil de Navarra ha localizado y destruido siete proyectiles de artillería correspondientes a la III Guerra Carlista( 1872-1876). Todos los proyectiles estaban provistos de su carga explosiva, en unos casos pólvora negra comprimida y en otro caso Chedita.
En concreto se trataba de un proyectil granada ordinaria para cañón Vavasseur de 7,5 cm con envuelta de plomo, una granada para cañón «de a 16» de Tetones, cuatro granadas envueltas pesadas para cañón de «a 8», y una granada de envuelta pesada para cañón de «a 10», todas ellas empleadas profusamente durante las batallas de la guerra Carlista, según ha explicado la Guardia Civil en una nota.
El Instituto Armado recibió la llamada de un vecino que alertaba de la presencia de unos artefactos que pudieran tratarse de proyectiles o similares, en un caserío de la localidad de Abárzuza. Una vez conocidos los hechos se desplazó hasta el lugar el Grupo de Especialistas en Desactivación de Explosivos (GEDEX) de la 9ª Zona de la Guardia Civil de Navarra, los cuales procedieron al reconocimiento de la zona hallando en el lugar los proyectiles anteriormente citados.
Debido al avanzado estado de corrosión por óxido, el peligro que conlleva el haber sido proyectiles disparados, y poseer en su interior la carga explosiva a la vez que presentaban deformaciones en las espoletas, los especialistas de la Guardia Civil procedieron a su recogida adoptando las medidas de seguridad oportunas para posteriormente destruirlos.

La Batalla de Abárzuza.
Los proyectiles pudieron haber sido utilizados por cualquiera de los dos bandos en el transcurso de la batalla de Abárzuza que ganaron los carlistas y donde encontró la muerte el General Concha, Marqués del Duero.
En 1873 los carlistas habían logrado causar graves problemas al gobierno, viendo el buen rumbo de la guerra pretendieron tomar Bilbao. Tras dos meses de asedio, el cerco fue finalmente roto y los carlistas, desmoralizados y dispersos, emprendieron la retirada. El gobierno se propuso acabar la guerra ese año tomando la capital del «estado carlista», Estella. Casi 50 000 hombres al mando del general Concha fueron enviados para cumplir la misión. En junio de 1874 el ejército gubernamental se cruzó en su camino hacia Estella, cerca de Abárzuza, con el grueso del ejército carlista cuando se dirigía en retirada a la capital tradicionalista, recibió órdenes de detener al enemigo. Concha no lo dudó y mandó atacar.
El día 25 de junio los liberales cruzaron el río Ega y tomaron el pueblo de Villatuerta, con una mínima oposición carlista. Inicialmente, se lograron los objetivos, pero aun así los carlistas resistieron y la lucha se prolongó. El segundo día la batalla se estancó, las municiones de los liberales no llegaron y la lluvia hizo imposibles los movimientos. Finalmente arribaron los alimentos al tercer día, pero las carretas quedaron atascadas y solo se recuperó una sexta parte de los víveres, siendo esto poca comida para 50 000 exhaustos soldados. Los liberales debían tomar el monte Muro para poder hacerse con Estella, pero ésta loma estaba fuertemente defendida por las tropas carlistas. Fue finalmente a las cuatro de la tarde de aquel día 27 cuando se lanzó el ataque republicano. Sin embargo, la tempestad, que no amainaba, hacía que los atacantes se dispersasen y se viesen sin fuerzas mientras subían la colina, siendo disparados a placer por los carlistas. Viendo la incapacidad del ejército liberal, que estaba mal alimentado y peor situado, el general carlista Dorregaray ordenó un contraataque. Concha comprendió que la batalla se perdía, así que él mismo comandó una nueva ofensiva con las tropas de reserva. Tras un infructuoso intento de romper las líneas carlistas, trató de bajar la colina y proseguir el siguiente día, sin embargo, el general fue alcanzado por una descarga carlista, que lo dejó moribundo. Falleció finalmente en Abárzuza y sus tropas comenzaron en silencio la retirada en cuanto cayó la noche. Los carlistas habían logrado la victoria.
Las consecuencias pudieron ser funestas para la Iº República, tanto que hasta las fuerzas de reserva y logísticas tuvieron que intervenir en la misma para evitar la debacle, pues con el ejército liberal desmembrado por compañías incompletas, don Carlos pudo haber atacado incluso hacia la capital, ganando posiblemente en un supuesto la guerra. Sin embargo, la falta de visión de los mandos carlistas hizo que estos se conformasen con proseguir el conflicto, sabiéndose inferiores en números, hecho éste que de haber sido derrotados en monte Muro, hubiese sido imposible. Aun así, la pérdida del general Concha, el ánimo que inflamó a los carlistas y las convulsiones políticas que causó la batalla en el gobierno republicano, hicieron de éste combate una importante derrota gubernamental, dentro de esta guerra civil.

